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Se organiza y se vive la noche completa antes del primer viernes de mes una vela eucarística. Esta se puede organizar sólo en los centros en que sea posible garantizar la presencia de al menos dos personas al mismo tiempo durante turnos de alrededor de un cuarto, media o tres cuartos de hora durante toda la noche. Por eso, es habitual que participen miembros del Opus Dei y las personas más implicadas en la labor apostólica como chicas de san Rafael o cristianas de a pie.
Comienza a las 21:15 después de la exposición solemne hecha por el sacerdote, y previamente se hace una lista de dos personas en cada franja horaria y empiezan los turnos de adoración. Durante el tiempo previsto, ambas hacen su oración mental ante la custodia que contiene la eucaristía. Antes de que empiece el turno siguiente, una de las dos se levanta y va a despertar al próximo par que deben entrar a continuación. De ese modo no se dejan nunca a Dios solo en el oratorio. Sólo cuando llegan las próximas, quien ha finalizado su turno, puede levantarse y salir del oratorio para ir a acostarse.
Al elegir el propio turno de adoración, frecuentemente entra en juego la generosidad y el espíritu de mortificación de cada una: los turnos más fáciles son los primeros de la tarde-noche y los primeros de la mañana.No se pierde apenas horas de sueño. En cambio es mucho más duro, velar a mitad de la noche, cuando hay que despertarse del primer sueño -el más profundo- o quizás cuando cuesta volver a conciliar el sueño otra vez.
Después de la vela nocturna, el sacerdote llega por la mañana, y después de retirar la eucaristía, celebra, a la hora habitual, la misa.
